3.20.2011 2 comentarios

Tuve un sueño y....

...no esperaba verte,
ni mucho menos besarte, amarte.
Ahora te siento más entrañable que nunca.

Te siento parte de mí.

Me permitiste estar, 
en ése único momento de nuestras vidas existencia,
a lado de tu esencia;
conocerte, tú. Todo tú.

Me enseñaste tus sueños e ideales.
Me mostraste que puedes amar ilimitadamente
y que no tengo nada qué lamentar.

Pude consolarte,
abrazarte, cuidarte.

¿Cómo es posible amarnos en éste nuestro primer encuentro?

Yo sé, que te amé desde antes de tocarte
Yo sé, que me tocaste desde antes de encontrarnos
y que mi amor por ti creció mientras tú no lo sabías,
mientras tú me amabas sin saberlo, 
en cada canción.

Y ahora que lloro por ti
que te recuerdo y anhelo tanto~
Ahora que eres tan parte de mí
y amaste mis verdaderos sentimientos
al mostrarte ante mí, 
como no lo has hecho con casi nadie,
me diste el mejor momento
en tiempo y espacio;
en una noche.

Podría disfrutarte en mi pensamiento,
en mis recuerdos, mientras pueda.
Me gustaría tenerlos tan claros como en ése momento;
pero la cinta cada vez se desgasta más
y temo a terminármela.

Así que, puedo, 
por ti, por mi amor,
atesorar esas memorias,
no tocarlas,
pero alimentar a mi corazón con ellas;
grabándole el hecho de que estuviste conmigo una noche
y que si no vuelve a pasar,
será uno de los mejores recuerdos de mi vida.

Estoy segura que eras tú,
que me tocaste y me besaste~
yo sé que me regalaste un poco de ti.
Lo mejor.

Gracias. Te amo.
3.11.2011 0 comentarios

Deseos

Hoy, como siempre, en un día cotidiano
mientras observaba tus carnosos labios y tu cabello juguetón,
me hablabas de algo que no recuerdo muy bien;
tal vez porque el brillo de tus ojos aumentaba extrañamente
cuando se cruzaba con mi mirada;
sabías que son pequeñas incitaciones.

Te besé, no me pude contener,
me correspondiste y te abracé;
y luego no supe qué más hacer...

abrí los ojos y seguías con esa amplia sonrisa,
esa linda media luna que tenías desde antes de que me perdiera
en lo más hondo de mis deseos pensamientos... contigo.
3.06.2011 2 comentarios

Un día imaginé que...

Desafiaría su mirada con la mía,
así sabría que puedo ser tan fuerte como ella,
que yo la puedo proteger, 
y que no está tan sola como piensa.

La enfrentaría con la dulzura de mi mirada
y ella bajaría la guardia
Después me pediría 
que no la dejara sola,
sabiendo que yo no me atrevería a hacerlo.

Y en ese momento,
yo la besaría para ablandar su alma,
para que, si no cree en el mundo,
me sentiría y se daría cuenta que
yo soy tan real, tan vulnerable y sensible como ella;

que podemos cuidar uno del otro,
que nos podemos amar 
sin temor a ser nosotros mismos;
porque yo, la amo en todas sus formas,
incluso si ella misma no lo hace.

Pero mi realidad son los sueños 
protagonizados por su lejana fragancia;
basada en unas cuantas palabras que hemos cruzado.

Aunque ella ni se imagina;
la manera en la que me importa,
en la que me duele cuando sé
que no está del todo bien.
No se imagina,
que yo la conozco
más que su misma esencia, 
más que sus pasos,
más que su risa.

Aun si ella piensa
que soy otra persona
en su lista de
"no les intereso"

Y aunque mi situación no me permita expresarle todo mi sentir,
suspiraré éstos sentimientos,
hasta que se conviertan en buenos deseos para su vida;

porque a fin de cuentas,

éste es el castigo al que me he enterrado.
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Cada Noche

Ella quitaba lentamente el listón que sostenía su vestido.
Su mirada dulce combinaba perfectamente 
con la sensualidad lenta de sus manos juguetonas;
bailaban y saltaban de su cuerpo al mío,
con caricias y una sonrisa traviesa, insinuante.

Yo la amaba, la admiraba, era mi diosa 
y mis ojos amaban observarla sin perder ningún detalle,
la toqué toda con mi mirada, 
toda su imagen exquisita, 
hasta el último cabello suyo, que ella tanto odiaba.

Ella es perfecta.
Es mi niña mujer.

Ella, ahí de pie siendo intocable, una reliquia; 
siendo un cometa inalcanzable, 
ella, a la que sólo me permito observar 
y mis labios ansiosos de rozarle, sentirla. 
Mi cuerpo que quiere beberla completa y tierna.

Pienso muchas cosas, 
apuesto a que si me viera en estos momentos, 
me calificaría como un pobre estúpido petrificado.

Al par en que pienso en mi estupidez, 
ella lentamente se acerca, con esa cadencia tan suya, 
pero con un toque de romance secreto.

Yo veo esa silueta, gracias a la poca luz que necesitamos; 
en ése ambiente neón mi cuerpo tartamudea a cada paso suyo, 
a pesar de ser distancia corta, son pasos eternos.

Ella bella, 
presumiendo el semblante de su cuerpo 
y yo no sé qué hacer más que amarla. 
Me hinco ante ella, tomo su mano y le dejo en el más tierno beso mi vida, 
un beso sencillo y medio largo, 
lo suficiente para estremecerme todo al sentirla en esa pequeña área; 
sólo su mano tan suave, tan de ella.

He tocado y hasta besado a mi estrella, a mi deidad, 
pero ella me regala una caricia en mi rostro; 
ella baja de su reino y mira a este mortal que la ama tanto; 
mueve sus labios sin parar ni un segundo de sonreírme y se va acercando. 
Su clara piel ilumina mi atmósfera.

Ella se aproxima,
y parece como si empezara a escuchar una única melodía, 
con el ritmo de mi corazón y el canto de nuestras respiraciones cómplices.

Al carajo con el tiempo lento y las ansias inmensas. La amo.

La duda me domina, torpe, no se qué hacer. 
Entendida, ella lo soluciona todo con un tranquilo beso, 
llegando a ser de repente la única respuesta a todas las preguntas de mi vida, 
en mis labios.

Y mi cuerpo empieza a responder.
En ese profundo beso tomo su rostro y acaricio su cabello, ése que odia tanto.

Es tan hermosa.
La beso, mientras mis manos también lo hacen simultáneamente, 
en sus hombros y cuello.
Poco a poco nos envolvemos. 
Siento sus manos bailando en mi pecho con mi ropa como bóveda, 
suaves caricias de ella.

Nuestros rostros no se separan ningún instante, 
a veces cruzamos miradas con los ojos, 
pero sé que siempre con el alma.

Mis manos se aventuran a su desnuda espalda 
y yo siento la brisa en ausencia de mi camisa, 
lentamente, no dejo de sentirla.

Ella sonríe: tierna y atrevida.
De pronto nos miramos, y yo con toda esta pasión, 
le hago el amor en esa mirada eterna e instantánea. 

En esos sus ojos tan grandes, 
tan brillantes que resaltan por unas cejas pobladas y elegantes, 
tan perfecta con rostro de niña, contorneado, liso, suave, terso; 
con esas líneas que se marcan cuando ríe cada una, yo la amo.

La miro, ella me contempla y sus ojos acarician mi rostro, detalladamente.
La admiro, en sus estelas moviéndose lento de un lado a otro, 
como si grabaran cada relieve mío, 
desnudándome meticulosa. 

Yo pienso besarla y ella toma ventaja con mi rosto;
juguetea con mi barba dispareja y acaricia mis labios.
Sin pensarlo, arrebato sutilmente su mano y enseguida la beso,
con un frenesí que nos tira a la alfombra, 
abrazados, aferrados, amándonos. 

Ella toma mi cabello y yo su cuerpo que ya había besado con mi mirada. 
Nuestras luces se apagan; 
su silueta se dibuja en mi mente en cada caricia, 
en cada deslice de mis manos. 
Le estoy amando en cada poro.

Y ahora no veo nada, ni si quiera mis manos con su silueta; 
sólo puedo oler su piel fresca pegada a la mía, 
en la que puedo saber que toda su esencia y la mía, 
están creando todo aquello a lo que los demás llaman amor, pasión, deseo.

Sensaciones que se desvanecen, 
sensaciones que se me escapan...
sensaciones que ya no tengo al despertar cada mañana. 
Como siempre.
 
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